Ahora que se fue la persona de Gabriel García Márquez se refuerza en el ambiente colombiano la idea de si nuestro nobel estaba conectado con Colombia o si al igual que Fernando Vallejo, quien lo hace público, no quería saber del país. Pienso, en su medida, las dos cosas; al igual que la mayoría de colombianos hastiados con tanta incoherencia.
Una persona con una imaginación desbordada y sentido de la realidad quien en su momento hizo pública una ideología social y política, no hubiera tenido respiro quedándose en su patria. Si hubiese estado aquí hace unos añitos no más, habría sido tratado por un grupo importante de la sociedad como escritor amigo de terroristas -por su amistad con Fidel Castro- y como muchos otros que no han partido -verbigracia Héctor Abad- habría tenido que entrometerse con frecuencia en temas de política y en defensa de su actuar, distrayéndose de lo más importante: la literatura en libertad.
Una de sus fortunas fue ser costeño con capacidad de hacer resbalar las dificultades y de aplicar cada que pudiera el mamagallismo, algo que poco tenemos los del interior. Lo que se hereda no se hurta, por tanto, Gabo será colombiano por filiación, mejicano por adopción y del mundo por vocación. Que se le puede pedir a un hombre que dio más de lo que recibió.
Retomando la idea, fue el mismo García Márquez quien lo estableció al referirse a la Conquista, colonización española y fundación de la patria en relación con el colombiano actual: Desde el Génesis que empezaba con la conquista.... muchos amerindios murieron sin saber de dónde habían venido los invasores. Muchos de éstos murieron sin saber dónde estaban. Cinco siglos después, los descendientes de ambos no acabamos de saber quiénes somos.
En el mundo, Gabo será recordado por Cien años de Soledad, La Hojarasca, Tiempo de Morir, Crónica de un Muerte Anunciada, El amor en los tiempos del Cólera -Mi favorita- etc. No obstante, en el campo de la educación, en el año de 1996 dejó pautas dentro del documento "Colombia al Filo de la Oportunidad" y en su proclama "Por un país al alcance de los niños" un importante testimonio sobre como somos y como debemos avanzar y que continúa así:
Los primeros españoles que vinieron al Nuevo Mundo vivían aturdidos por el canto de los pájaros, se mareaban con la pureza de los olores y agotaron en pocos años una especie exquisita de perros mudos que los indígenas criaban para comer. Muchos de ellos, y otros que llegarían después, eran criminales rasos en libertad condicional, que no tenían más razones para quedarse. Menos razones tendrían muy pronto los nativos para querer que se quedaran.
Cristóbal Colón, respaldado por una carta de los reyes de España para el emperador de China, había descubierto aquel paraíso por un error geográfico que cambió el rumbo de la historia. La víspera de su llegada, antes de oír el vuelo de las primeras aves en la oscuridad del océano, había percibido en el viento una fragancia de flores de la tierra que le pareció la cosa más dulce del mundo. En su diario de a bordo escribió que los nativos los recibieron en la playa como sus madres los parieron, que eran hermosos y de buena índole, y tan cándidos de natura, que cambiaban cuanto tenían por collares de colores y sonajas de latón. Pero su corazón perdió los estribos cuando descubrió que sus narigueras eran de oro, al igual que las pulseras, los collares, los aretes y las tobilleras; que tenían campanas de oro para jugar, y que algunos ocultaban sus vergüenzas con una cápsula de oro. Continuar leyendo.
Fuente Imágenes: El colombiano
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